Viviré, no moriré: Una declaración de fe y propósito

En un mundo lleno de incertidumbre y desafíos, es fácil sentirse abrumado por las dificultades y las pruebas que enfrentamos. Sin embargo, en medio de las tormentas de la vida, hay una verdad poderosa que debemos aferrarnos: "No moriré, sino que viviré, y contaré las obras de Jehovah" (Salmos 118:17).

 

Esta declaración de fe es más que una simple frase; es un recordatorio de que Dios tiene un propósito para cada uno de nosotros. En Filipenses 1:6, se nos recuerda que Dios está trabajando en nosotros, perfeccionando Su obra en nuestras vidas hasta el día de Cristo Jesús. Este proceso de perfeccionamiento es parte integral de nuestra jornada espiritual; no somos productos terminados, sino obras en desarrollo que están siendo moldeadas por las manos del Creador.

 

En nuestra vida, pasamos por diversos procesos: desde la infancia hasta la vejez, cada etapa tiene su tiempo y su propósito. Sin embargo, independientemente de nuestra edad o circunstancias, hay una verdad fundamental que debemos abrazar: en Cristo, somos nuevas criaturas (2 Corintios 5:17). Ya no somos los mismos; hemos sido transformados por el poder de Dios.


¿Qué significa realmente vivir? Vivir es más que simplemente existir; es poder respirar libremente, tomar decisiones que nos conduzcan a la libertad y vivir en la plenitud del propósito para el cual fuimos creados. Esto incluye ser libres del pecado, de las deudas y de cualquier otra forma de esclavitud que pueda atarnos. Como dice Gálatas 5:1, Cristo nos ha libertado para que vivamos en libertad, y es nuestro deber mantenernos firmes en esa libertad.

 

Pero la libertad que encontramos en Cristo va más allá de nuestras circunstancias externas; es una libertad del alma que nos permite adorar, danzar y proclamar con gozo las maravillas de nuestro Salvador. En 2 Corintios 3:17-18, se nos recuerda que donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Esta libertad nos guía hacia la dirección correcta, hacia la eternidad con nuestro Creador.

 

Cada uno de nosotros ha sido creado con un propósito único y divino. Desde antes de nuestro nacimiento, Dios nos conoció y nos destinó para cumplir su plan perfecto (Jeremías 1:5; Romanos 8:29). Ya sea que estemos atravesando momentos de orgullo, enfrentando desafíos como el COVID, o viendo el cumplimiento de las promesas de Dios en nuestras vidas, podemos estar seguros de una cosa: estamos aquí por un propósito y Dios está trabajando en nosotros y a través de nosotros.

 

Entonces, en medio de las pruebas y tribulaciones, recordemos estas palabras poderosas: "No moriré, sino que viviré, y contaré las obras de Jehovah". Mantengamos nuestra fe firme en Aquel que nos ha llamado, confiando en que Él cumplirá su propósito en nuestras vidas. Vivamos con esperanza, con valentía y con una profunda convicción de que, en Cristo, tenemos vida abundante y eterna.

Share by: